Una panorámica para la difusión de la historiografía sonorense a través de los géneros musicales

26 de abril de 2022

Por Daniel Higuera Jaramillo

Jesús García Corona (el héroe de Nacozari) nació en Hermosillo, Sonora y vivió de niño en la calle que actualmente lleva su nombre, ubicada frente a la Capilla del Carmen y a un costado del parque Madero. Aunque parece sorprendente, muchas personas se han asombrado al saber este dato, pues pensaban que Jesús García fue originario de Nacozari.

Y qué decir del hermosillense Manuel R. Uruchurtu quien viajó en el Titanic, mismo que vivió en lo que hoy es el inmueble de la Sociedad Sonorense de Historia. O también la visita del cómico Mario Moreno «Cantinflas» a la ciudad, en el año de 1939 para actuar en el teatro, y posteriormente visitar la casa de la familia Torres Escobosa.

Aunque estos no son datos que marcaron un cambio relevante en la historia de la ciudad, es causa de una sensación de asombro el saberlo por primera vez; esto puede dar pauta para que el interés de conocer más a cerca de un personaje, una época o una ciudad se haga presente; después, la historia realizará su trabajo. Una de las problemáticas que actualmente acosan a la población es la ignorancia, en el buen sentido de la palabra, de los antecedentes y consecuencias de nuestra historia tanto local como nacional. Inclusive, detalles sencillos y básicos son enviados a «la caja de los olvidos», como si fueran simples archivos muertos, esperando a que alguien los rescate. Dicha problemática también tiene sus antecedentes, porque desde niños nos enseñaron que la historia es un hecho aislados con el presente; la memorización de las fechas, lugares, nombres de ciudades y personajes, inmersos en la historiografía oficial que recorremos en la educación básica (primaria y secundaria). 

En el XXXIII Simposio de Historia y Antropología de Sonora, Jaime Salazar Adame menciona en su ponencia lo siguiente: «Los adolescentes que recién ingresan a la carrera de Historia, en su gran mayoría conciben a esta ciencia como un conjunto de fechas, acontecimientos y relatos curiosos del pasado». De igual manera, propone en su trabajo una metodología con un proyecto curricular que se implementó en España en la década de los 70 y 80 del siglo pasado, basado en las ideas de Collingwood. Salazar menciona: «Consideramos que esta metodología resulta muy atractiva para que los estudiantes de bachillerato en el área de las ciencias humanístico sociales, así como los que inician sus estudios profesionales propios del historiador, se interesen por el conocimiento del pasado a través de un novedoso procedimiento que cambia la visión memorialista apegados a nombres y fechas, que predomina en buena parte de las instituciones educativas de nuestro país». De lo anterior resalto las últimas líneas, donde hace mención a la visión memorialista de nombres y fechas, que coinciden con la problemática que doy a conocer en los primeros párrafos. Debido a esto, Salazar propone una solución.     

Por otra parte, Agustín Vaca hace alusión al tema de la memoria: «El funcionamiento de la memoria humana ha intrigado al hombre desde siempre. ¿Cómo recordamos? ¿Qué recordamos? ¿Por qué recordamos algunas cosas y otras, aparentemente, las olvidamos? En la actualidad, el conocimiento de los mecanismos cerebrales para almacenar recuerdos ha alcanzado un notable desarrollo y una enorme difusión». Vaca también menciona: «La memoria es la capacidad que tiene el cerebro para recordar, mediante procesos asociativos inconscientes, sensaciones, impresiones, ideas, conceptos previamente experimentados, así como toda la información que se ha aprendido conscientemente».

Lo anterior a los dos autores citados, me da una idea de que la memorización se hace presente cuando se requiere; sin embargo, la forma de adquirir los conocimientos que formarán parte en nuestros recuerdos de sucesos históricos y conceptos de un tema, tiene que ser de manera significativa para que obtengan un sentido de merecimiento. Entonces puedo plantear una estrategia, como lo propone Salazar Adame, para lograr en la población la activación de la memoria a través de procesos asociados, sensaciones, impresiones, ideas y procesos experimentados previamente, como lo describe Agustín Vaca.

De esta manera, es mi propósito en el presente trabajo, realizar una panorámica general, sobre la influencia que pueden presentar para la sociedad, compositores y músicos sonorenses con sus interpretaciones, para dar entrada al conocimiento de la historiografía sonorense; datos que nos lleven a los indicios de hechos importantes que marcan rupturas y cambios en la historia cultural de nuestro estado, y que despierten el interés en la población por conocer la historiografía, desde las ciudades más importantes hasta los rincones más alejados de nuestra entidad. Asimismo, se concreta el darle sentido a la activación de la memoria colectiva de la ciudadanía sonorense, y percatarse de la importancia de la Historia, ya que en esta ocasión influye desde el presente, a través del género musical.

Compositores, intérpretes y músicos sonorenses

En el estado de Sonora han surgido infinidades de intérpretes de nuestra música regional. Se han definido matices particulares y característicos de ciertas poblaciones y ciudades sonorenses; ¿y por qué no decir?, la música de autores sonorenses han brincado fronteras para internarse en culturas de países tan alejados que ni yo mismo creo llegar a conocer. Tal es el caso del vals Rosalía, compuesto por Jesús Peralta, quien nació en Villa de Seris hacia el año de 1886. Néstor Fierros Moreno relata en su ponencia Algunos compositores sonorenses del IX Simposio de Historia y Antropología de Sonora: «En cierta ocasión llegó el ingeniero Juan de Dios Bojórquez a El Cairo, Egipto, en comisión de nuestro Gobierno, y encontrándose en un Centro de Recreo, escuchó como quien escucha el canto de los ángeles el vals Rosalía, Bojórquez se imaginó que el vals había sido plagiado, y al preguntarle al director de la orquesta que era francés, el nombre de la pieza, el señor le contestó: se llama Rosalía y es de un mexicano de Villa de Seris de nombre Jesús Peralta».​

Un caso similar es el de Rodolfo Campodónico (1886-1926), compositor hermosillense de importantes y bellas piezas musicales. Néstor Fierros menciona: «El kaiser Guillermo II de Alemania, cuando se encontraba en el apogeo del poder, le otorgó a campodónico un Diploma de Honor, demostrando con esto que en la tierra de Beethoven y Offenbach se apreció debidamente su producción musical».

Por otra parte, existen casos de intérpretes (no de compositores) más contemporáneos que trascendieron para dar a conocer el rock and roll con el estilo de la frontera en la década de los 60 y parte de los 70. José Terán menciona: «Desde que se lanzó su primer disco y llegó a Sonora, a través de las radiodifusoras y tiendas de música, Los Apson adquirieron categoría de ídolos que aun conservan, pues eran los primeros en lograr acomodarse en los primeros sitios a nivel nacional». Terán también expone: «El éxito de Los Apson hizo que algunas revistas de rock establecieran columnas dedicadas exclusivamente a ellos, así tenemos la siguiente titulada Viajando con Los Apson, que reseña parte de una gira por el norte del país». Aunque este grupo musical se dedicó a interpretar mayoritariamente versiones de artistas como Johnny and the Hurricanes, Los Ventura, Jimmy Clanton, Duane Heidi y Boots Randolph, fue el estilo que los caracterizó y permitió la fama internacional. José Terán menciona: «Los Apson habían triunfado pero también habían logrado crear un estilo, el rock frontera, amalgamando el de los músicos que más escucharon en sus inicios y el propio; imprimiéndole el sentimiento de vivir en el último reducto de la patria, pegado a la línea divisoria, sin concederse totalmente hacia el otro lado y manifestando su esencia mexicana».

Volviendo a los compositores, Rodolfo Campodónico escribió el vals Club Verde, que en un tiempo se denominó como el himno de los sonorenses. Este surgió en 1900 a raíz de la formación del club político García Morales, el cual se oponía a la reelección de Vicente Vélez Escalante a la candidatura para la alcaldía de Hermosillo. Campodónico, al ver que el club político adoptaba el color verde como símbolo de protesta, decidió llamar a su vals como lo conocemos: Club Verde, mismo que fue vetado por las autoridades para tocarse en lugares públicos, pues fue adoptado como himno de guerra en la Revolución Maderista; sin embargo, las orquestas de Hermosillo siguieron tocando la pieza en varias ocasiones, y más aun cuando se derrocó al gobierno porfirista en 1911.

Silvestre Rodríguez (1874-1965), otro compositor que aunque no fue sonorense, vivió como uno en el actual Nacozari de García. Fue oriundo de un pueblo del estado de Michoacán, llamado Sahuayo. En la noche del 7 de noviembre de 1907 compuso la marcha Jesús García, estrenada en el sepelio del héroe. Néstor Fierros relata en su misma ponencia: «El más conocido de los valses de don Silvestre es Tu Mirada, compuesto en Naco, Sonora, en 1899, en una tarde de otoño en el gélido clima propio de aquellos lugares, volcando en el pentagrama todo el sentimiento poético que poseía». Silvestre Rodríguez también compuso Suspiros y lágrimas para Ernesto Ocaranza Llano, un amigo y paisano que conoció en Pilares, Sonora. Quizás este tema refleja la añoranza de la tierra que lo vio nacer. El tema Primeras flores de primavera fue escrito para los niños de primero de primaria en Nacozari, reflejo del ambiente jovial y fresco de las mañanas en las calles y escuela del pueblo. El tema Carlota fue compuesto para la hija de un amigo llamado Carlos Arvizu, que falleció a los ocho años de edad. También compuso Chicana en el estado de California, posible reflejo de los paisanos en los Estados Unidos. El tema De Nacozari a Agua Prieta, signo del recorrido en el tramo de un pueblo a otro. El limoncito, tema compuesto en 1921 y editado en 1949 para una refresquería en Hermosillo, Sonora.​

Compositores de otros géneros musicales (ranchero, corrido y música regional) tenemos el ejemplo de Leonardo Yañez Romo, compositor originario de Cananea. Estudió música con el maestro don Silvestre Rodríguez, y elementos de escritura musical con don Pastor Encinas. Fue socio fundador del sindicato de músicos de Agua Prieta Silvestre Rodríguez y director del mariachi Sonora. Leonardo Yánez tiene entre sus composiciones Corrido a Bacerac, un pueblecito del noreste del estado, Canto a Cananea, dedicado a esa ciudad minera, El tío Juan, compuesto a un caballo de la ciudad de Agua Prieta y, uno de los más famosos fue sin duda El moro de Cumpas, un caballo de dicha población.

Este último tema describe la atmósfera que se vivió en Agua Prieta, Sonora el domingo 17 de marzo de 1957. La canción describe en su primer estrofa el tiempo y el espacio, así como el tema principal, que es una carrera entre dos caballos famosos (uno de Cumpas y otro de Agua Prieta, ambos de Sonora). En la segunda estrofa da a conocer los nombres de los dueños de los caballos.​ Entonces, si nos vamos a investigar, podemos encontrar que los dueños de los caballos que se mencionan en el corrido, son personas de negocios importantes y tierras de cultivo en sus respectivos pueblos. En la tercera estrofa, el compositor manifiesta el ánimo de la ciudadanía en aquel día, misma que se puede reflejar en los periódicos locales de aquella época. En la cuarta estrofa hace mención de las apuestas, donde describe las grandes sumas que se recabaron ese día en la central de apuestas, un club, propiedad del dueño del caballo local», José Terán cita un periódico de la ciudad. Continuando con la quinta estrofa, el músico y autor incluye los nombres de dos apostadores con una cantidad elevada, y las palabras de un tercero expresando sus temores; la sexta estrofa describe a los jinetes de ambos caballos y, la séptima estrofa nos narra la carrera desde la salida hasta alcanzar la meta, el autor en su octava y última estrofa introduce su nombre y pseudónimo, mismo que es una ventaja para los investigadores de estos temas, ya que existen algunos de los cuales se desconocen los autores, como es el caso de La cárcel de Cananea.

​Volviendo al corrido de El moro de Cumpas, es un corrido que describe no solamente una carrera de caballos, sino las características de ciertos personajes, el gusto de un cierto deporte en aquellos años para una región de nuestro estado. También nos arroja una idea del movimiento económico de la población, y la inquietud de saber un poco más allá de lo que fue una simple carrera. Probablemente la canción llegó más allá de la región en donde se compuso. José Terán expone: «El senador Leonardo Yánez, hijo de ‘El Nano’ (pseudónimo del compositor del corrido), recordó que una vez en la ciudad de México fue invitado a una reunión del Grupo Galileos. Después de los asuntos que se trataron en la mesa, mandaron traer un trío para que tocara el corrido El moro de Cumpas y le preguntaron que si él cantaba. De este dato, me surge la idea de que quizás también le preguntaron al senador Yánez acerca de las costumbres en Sonora.​

Ahora bien, con respecto al corrido, existen algunas investigaciones que se atribuyen a este género musical. La doctora Maureen Weissenrieder define al corrido como «canción lírica, poesía narrativa, historia oral, protesta social, creación individual, manifestación popular, tragedia y comedia. La taxonomía varía según la perspectiva del investigador, algunos basándose en el rico contenido temático o la estructura literaria y musical, otros, en el impacto del corrido sobre el oyente». Asimismo, la autora define su estudio en tres funciones: 1) informativa, 2) creativa e 3) identificadora.​

Las tres funciones tienden a describir la situación del lenguaje utilizado en los corridos, que no vienen siendo más que el reflejo de quien los escribe; es decir, la forma en que los sonorenses se expresan, descrito a través de los corridistas. En la función informativa, Weissenrieder toma al compositor como un cronista de la historia oral, y reportero de noticias regionales; mismas que pueden ser utilizadas para la opinión pública. En la función creativa, la autora toma al corrido con la intención de entretener, resaltando las rimas entre los versos y la caracterización de la música. En la función identificadora, según la Maureen Weissenrieder, el corridista tiene el lenguaje de etiqueta, donde la probable edad, el sexo y la clase social se pueden delatar a través de su composición.​

Por otra parte, Francisco Javier Manzo Taylor, toma un corrido como ejemplo para la descripción de un suceso en Sonora en la pos-revolución; la manera en que aborda la investigación es con un enfoque hacia la historia oral, misma que puede complementar la información bibliográfica. «En este caso, el corrido arroja información que se puede considerar complementaria a la que se puede obtener en la bibliografía especializada. Mas aún, es opinión subjetiva del que esto escribe, de que la tradición oral de Sonora, en lo tocante a la etapa revolucionaria, no ha sido estudiada, quedándose a aquellos interesados en la materia, un rico filón de oportunidades de ahondar en el pasado de nuestro estado, que se describe con las palabras, y los sentimientos del pueblo sonorense, autor de los corridos». «Es notable que hablando de Sonora, sobre cuya participación en la revolución existen cientos de trabajos a la fecha, poco se haya escrito sobre sus corridos; en nuestro estado contamos con decenas de estos relacionados con la época». ​

Un ejemplo más sobre la investigación de este género, es la de Manuel Serna Maytorena, que de manera general acude al corrido para tomar elementos reales que describe la misma canción, tales como personajes, lugares, de procedencia y fechas; sin embargo, también recurre a distintas versiones de un mismo corrido, donde encuentra cambios entre una y otra, mismas que por medio de elementos claves del mismo tema, describen el impacto en la sociedad sonorense.​ Sin lugar a dudas, estos tres autores coinciden en que el corrido sirve de fuente, para los acontecimientos históricos de una región; de igual manera, nos describen las tradiciones, costumbres, formas de pensar y de hablar de algunas culturas en ciertas regiones de nuestro estado. Pero también, hace falta la investigación de dicho género, debido a que existe el material, pero hace falta el interés por revisar y trabajar con la investigación de los corridos.

Existen en Sonora temas de los cuales se desconocen los autores, pero que han sido parte de la identidad de ciertos pueblos y del folklore sonorense; sin embargo, han surgido en nuestro estado al igual que maestros en el arte de la composición, intérpretes y músicos de las más populares canciones tocadas en ciudades a lo largo y ancho del estado. Tal es el caso de Gilberto Valenzuela «El Sahuaripa», quien inmortalizara El moro de Cumpas, y también los hubo contemporáneos del rock and roll como Alberto Vázquez, de Guaymas, quién surgiría en sus canciones de la talla de César Costa y Angélica María; está el caso de Javier Solís, originario de Nogales, quién popularizó canciones del género bolero y ranchero. Aunque estos dos últimos no se enfocaron necesariamente al estilo y canciones del estado, fueron sonorenses que trascendieron a nivel nacional por sus voces, y que muy probablemente dieron de que hablar sobre la cultura sonorense.​

Con relación a los músicos, que aunque no se dieron a conocer ante la sociedad por ser grandes intérpretes, han realizado trabajos importantes para el género musical en las diferentes regiones del estado. El músico José Corella Escalante, originario de Pilares de Nacozari, llega a Agua Prieta en 1938; «hombre de estudios musicales y conocedor del arte del canto, creó una orquesta de 12 músicos, la Santa Cecilia, que tocaba música popular pero bien arreglada, es decir un grupo con música más elaborada, una novedad en Agua Prieta en un tiempo en que las orquestas no pasaban de cinco o seis elementos».

​Continuando, un personaje extraño pero no menos importante que otros músicos, es el caso de Francisco Molina Fuentes, mejor conocido como «El Güero Flauta», un músico que dominado por el alcohol, pasaba sin camisa por las calles de Hermosillo. Gilberto Escobosa Gámez es quien escribe sobre este personaje, quién afirma que tocaba varios instrumentos como lo fue el piano, la guitarra, el trombón, el bajo y otros más, pero sobre todo la flauta. Sobre el piano, menciona Escobosa que «El Güero Flauta» interpretaba melodías de Rodolfo Campodónico, Chito Peralta y Silvestre Rodríguez; de igual manera, también componía piezas de varios géneros, tales como foxes, pasodobles, mazurcas, one steps, flamencos, swings, fox trots, danzas y canciones. Afirma Escobosa Gámez, que este músico murió en Hermosillo en 1950, y que dejó muchas obras musicales de su inspiración que aun se tocan en los pueblos de la sierra.​

Por último, el límite de cuartillas me impide dar a conocer un poco más a cerca de autores sonorenses, pues en Ures surgió Francisco Espinoza Martínez; en Arizpe, Idelfonso (El Quilo) Morales y Santiago L. Mendoza; en Huásabas, Ángel Urquijo, Rafael (El Chato) Dórame; de Soyopa, Francisco Tánori Burrola, entre otros más.​

Conclusiones

La música de los grandes compositores sonorenses, la interpretación de los mejores músicos del estado, y las canciones de las cuales se desconocen los autores pero que son reconocidas a nivel regional, estatal y nacional, pueden ser objeto de investigación. Se pueden llevar a cabo estudios de la sociedad, con enfoques políticos, sociales o económicos con investigaciones de temas musicales a fondo, donde la letra es pieza clave para descifrar el lenguaje de la fuente oral, que se encuentra plasmada en la letra de una canción, o en la música de una melodía. 

Podemos hacer uso de la historia cultural, para conocer características de una sociedad, y a través de un género musical nos acercamos al conocimiento de una comunidad. Sin importar que tiempo y de qué género estemos hablando, siempre encontraremos algún compositor, un intérprete o un músico que nos haga saber en base a sus obras, la historia o sucesos específicos de nuestra historia sonorense.

En Sonora existen trabajos académicos, productos de investigaciones con carácter histórico. Esto incrementa la historiografía sonorense; sin embargo, así como es emocionante escribir a cerca de un tema del cual existe poca bibliografía, es interesante realizar trabajos con carácter histórico, tomando en cuenta el aspecto musical. Por otra parte, el aumento al interés por estudiar nuestra historia sonorense y darla a conocer a la población, puede ser a través de la música, pues sería algo novedoso o poco estudiado. De igual manera, así como se puede despertar el interés en la población por saber nuestra historia, es propuesta llevar a cabo un estudio profundo, que lleve a un proyecto para mejorar las zonas turísticas de nuestro estado. De esta manera se tomarían como base los géneros musicales, ya que se encuentran en cualquier rincón de sonora en el que podríamos ubicarnos, quizás así, la memoria histórica estaría más presente en la población.

Texto original publicado en el blog HistoriAprendeH el 4 de abril de 2016

Fotografía de portada: Orquesta Dancil de Sahuaripa, Sonora

Fuentes

El Sol, 7 de marzo 1957 en Terán, José. Historia de Agua Prieta. Segundo cincuentenario. Tomo II. Hermosillo: Imágenes de Sonora S.A. de C.V, 1999.

Escobosa Gámez, Gilberto. “Cantinflas en Hermosillo” en Hermosillo en mi memoria. Colección SonoHistoria No. 2. Hermosillo: Instituto Sonorense de Cultura, 1995.

Memoria del VIII Simposio de Historia y Antropología de Sonora. Hermosillo: Universidad de Sonora, 1984.

Memoria del IX Simposio de Historia y Antropología de Sonora. Hermosillo: Universidad de Sonora, 1985.

Memoria del XIII Simposio de Historia y Antropología de Sonora. Vol. 1. Hermosillo: Universidad de Sonora, 1989.

Memoria del XXXIII Simposio de Historia y Antropología de Sonora. CD_ROM. 2009.

Terán, José. Historia de Agua Prieta segundo cincuentenario. Tomo II. Hermosillo: Imágenes de Sonora S.A. de C.V, 1999.


Acerca del autor:  

Daniel Higuera Jaramillo es oriundo de Agua Prieta, Sonora. Egresó de la Licenciatura en Historia de la Universidad de Sonora y ha ejercido como profesor de secundaria en las asignaturas de Historia y Geografía. Participó como ponente en el VIII Encuentro Regional de Estudiantes de Historia del Norte y Occidente de México, así como en el IV Coloquio de Historia Regional y en el XXVII Simposio de la Sociedad Sonorense de Historia. Es autor de la publicación «Las Playas del Colorado. Una experiencia inolvidable» en el libro Barrios y pueblos de Sonora. Historias por contarse


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