Cuando el compositor Rómulo Molina conoció Silvestre Rodríguez

19 de octubre de 2022

Por Francisco Daniel Molina Romo

Aquel día de 1964, mi padre Rómulo Molina Romero, un peluquero de arraigo en Magdalena de Kino, Sonora, se dedicaba a su oficio. Las composiciones e inspiración tenían en aquel momento un espacio de espera. Llega en ese momento, cerca de mediodía, un hombre de muy avanzada edad, siendo apoyado para caminar por sus familiares. Se quita el sombrero, observa a su alrededor y se sienta —sin apoyo de los familiares y del peluquero—, en la silla de peluquero.

Papá procede a realizar el corte de cabello. El anciano narra a Rómulo sus penurias por las enfermedades. Mi padre, siempre amable, escucha y hace preguntas. En el hilo de la plática mi padre descubre que el personaje a quien le cortaba el cabello era don Silvestre Rodríguez.

Al concluir el corte de pelo, ambos ya habían aceptado tener unos minutos para que mi padre le interpretara un par de canciones tocadas en mandolina y así fue. Con la primera, El Costeño, don Silvestre sonriendo agradeció mucho. Con la segunda, el vals Belén, don Silvestre lloró levemente.

Ambos se abrazaron. El anciano fue apoyado para subir al automóvil. Saludó amablemente desde su ventana al amable peluquero, con su blanco mandil, con su mandolina en la mano y una gran sonrisa de satisfacción.

Dos compositores, cada uno en su propia dimensión que pudieron coincidir. Dios los tenga en su cielo. Que cada nota interpretada sea una oración.


Rómulo Molina Romero (1926-1992) fue un músico-compositor sonorense originario de Banámichi, Sonora; autor de 17 piezas musicales.

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