Antigua concentradora: reseña histórica

12 de noviembre de 2021

Por Jesús Ernesto Ibarra Quijada

En los primeros años del siglo XX, la bonanza era una realidad; cada día se extraían más cobre y otros minerales en Nacozari. El incremento gradual de la producción minera fue tanto, que la pequeña concentradora que operaba originalmente resultó insuficiente para poder procesar las grandes cantidades de mineral que se extraían diariamente de las minas de Pilares. Para enfrentar esta nueva realidad, la empresa minera inició en 1906 la construcción de una nueva concentradora con dimensiones más grandes y con mayores avances tecnológicos. 

Bajo la guía y supervisión de James S. Douglas se realizaron inversiones millonarias en el equipamiento de la infraestructura a fin de poder procesar debidamente los concentrados de mineral.  

El diseño de la nueva planta concentradora estuvo a cargo del ingeniero Henry Kenyon Burch, superintendente e ingeniero en jefe de la primera concentradora. La magna obra implicó una inversión superior a los tres millones de dólares de la época en infraestructura y equipamiento. Al igual que la primera planta, la nueva concentradora se construyó sobre las faldas de un cerro al margen del río Nacozari y contaba con sólidas estructuras de acero y firmes cimentaciones de concreto reforzado.  

El proyecto dio inicio a pesar de los obstáculos y las limitaciones que imponían los problemas económicos internacionales generados por la crisis de 1907.  

El estado de Sonora no fue ajeno a los impactos negativos de los descalabros económicos internacionales. Las economías regionales fueron víctimas de los problemas económicos generados en los Estados Unidos durante los años de 1907 y 1908. Las fluctuaciones en la economía trajeron consigo la caída en los precios internacionales del cobre y de la plata, lo que causó el cierre de minas, el desempleo y el desplazamiento de los trabajadores.  

Aunque a Nacozari llegó también la crisis causada por el «Pánico de 1907», esta no frenó los esfuerzos de la empresa. Aunque la producción de cobre ese año cayó casi una cuarta parte con relación al año anterior, a diferencia de otros pueblos mineros, Nacozari no se hundió en el estancamiento de la crisis. Ejemplo de ello fue la edificación de la nueva planta concentradora ese mismo año. La Moctezuma Copper Company logró concluir satisfactoriamente en poco tiempo la construcción de la nueva planta, logrando instalarse debidamente y entrar en operaciones a mediados de 1908.  

Entre el equipamiento moderno que se instaló en la nueva concentradora, se incluyó el siguiente equipo: una planta trituradora, fabricada en Wisconsin, Estados Unidos; una báscula fabricada en Nueva York; equipo de bombeo elaborado en Pennsylvania; motores eléctricos; bombas de centrifugado, molinos giratorios, celdas de flotación y demás tecnología de punta. El cemento se trajo desde el estado de Kansas y el suministro de pintura estuvo a cargo de una empresa en Ohio, EE. UU.

Molinos de la concentradora Nacozari-down
Molinos en el interior de la concentradora (1923) | Fotografías: Arizona Historical Society

Al iniciar operaciones en 1908, la nueva concentradora en Nacozari contaba con la más moderna tecnología de la época, representando para la empresa una inversión multimillonaria. 

La nueva planta contaba con una capacidad para procesar 1,800 toneladas de concentrado al día, cantidad que fue rápidamente superada, ya que al iniciar sus operaciones —en su primer año de actividades—, logró procesar hasta 2,000 toneladas de mineral diariamente, llegando a producir 16,000 toneladas métricas de cobre refinado al año.  

La producción —impulsada en buena parte por la modernidad del equipo—, llegó a equipararse a la producción en las minas de Morenci, EE. UU. y se le comparó incluso con una tercera parte de la producción de la mina Copper Queen, ambas propiedad de la Phelps Dodge en Arizona. 

Según cifras proporcionadas en diciembre de 1908 por la revista The Engineering and Mining Journal, la producción registrada por la Moctezuma Copper Company entre los años 1903 y 1907 fue de más de 24 millones de toneladas de mineral, lo cual se tradujo en ganancias de más de tres millones y medio de dólares de aquella época durante un breve lapso de cuatro años. 

Entre mayo y octubre de 1908, la producción de cobre se disparó en más de la mitad, lográndose consolidar una producción sostenida de aproximadamente 900 toneladas métricas de cobre refinado cada mes.  

Ya para noviembre de ese mismo año, la Moctezuma Copper Company había invertido más de tres millones de dólares en sus instalaciones, pero a la vez recibía ganancias firmes, alcanzando un millón de dólares en activos líquidos antes de cerrar el año. 

La producción anual siguió incrementando progresivamente y para 1909 se registró una producción de casi 12,000 toneladas de cobre. El incremento gradual de las extracciones de mineral obligó a la expansión constante de las instalaciones y capacidades de la nueva concentradora, logrando para el año de 1918 una producción de más de 19,000 toneladas.

Después del paro definitivo de labores de 1949 y del éxodo de la fuerza laboral, la concentradora fue desmantelada poco a poco y los principales componentes fueron trasladados a la ciudad minera de Bibsee, Arizona, donde fueron instalados en la concentradora de ese lugar. Ya para la década de 1960, de la concentradora solo quedaban ruinas, escoria y material abandonado.

Fotografía de portada: Concentradora de la Moctezuma Copper Company – Phelps Dodge Collection


Acerca del autor:

Jesús Ernesto Ibarra Quijada es originario de Nacozari de García, Sonora. Se tituló como licenciado en Ciencias Políticas con énfasis en Historia y Políticas Públicas en la Universidad de Arizona. Cursó la maestría en Traducción Especializada, Jurídica-Económica. Es socio fundador de la asociación Historia de Nacozari de García, A.C. y miembro de la Sociedad Sonorense de Historia. Ha colaborado desde hace más de una década con distintas instituciones locales y nacionales en el rescate, promoción y difusión de la historia de Nacozari de García. Es autor del libro Nacozari de García, Tres siglos de historia y minería (2016).


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