Cuando el presidente Lázaro Cárdenas visitó Nacozari (1939)

15 de agosto de 2021

Por Gustavo Adolfo Figueroa Martínez

A finales del mes de febrero de 1939, un enorme avión surcó los cielos de Nacozari de García. No volaba ni bajo ni muy alto; se advertía que iba descendiendo con un rumbo nornoroeste. Efectivamente, aterrizó en la Mesa de San Antonio; traía a altos funcionarios de la Secretaría de Recursos Hidráulicos que de trasladaron a La Angostura a revisar el avance en la construcción de la presa y comentaron que pronto el presidente visitaría la obra. Esos rumores llagaron a Nacozari, confirmado más tarde por el decreto emitido por el gobierno del estado, trasladando los Poderes para declarar huésped de honor al presidente.

El día 24 de mayo del mencionado año arriba a Sonora en automóvil por el cañón de El Púlpito, al llegar al rancho de Gallardo, desvía su rumbo hacia Cabullona en donde lo esperaba el tren. En su recorrido pasa por Fronteras, Esqueda, y al llegar a El Tajo, el tren se detiene y el presidente es trasladado a La Angostura. Lo reciben los obreros en el campamento. Sube al mirador; intercambia opiniones con Mr. Fraser, encargado de la obra. De allí se regresa a El Tajo y aborda nuevamente el tren que lo conduce hasta Churunibabi. El tren se detiene y aborda un automóvil que lo conduce a Nacozari. Llega al palacio municipal en Pueblo Nuevo; allí lo reciben el gobernador Román Yocupicio y el presidente municipal Eliseo Navarro.

Después del acto protocolario de bienvenida, la comitiva encabezada por el presidente, la autoridad estatal y municipal y demás funcionarios, se dirige a pie por «la curva». La gente los saluda; frente a las magnolias lo recibe una valla de mineros de Pilares con una manta. Hace una breve guardia en el monumento a Jesús García y continúa su marcha por lo que hoy es el Palacio Municipal. La gente lo saluda y enfila rumbo a la colonia Americana. Se hospeda en la Casa Grande y recibe muchas comisiones y una muy importante de un grupo de damas católicas que le solicitan la devolución del templo. Allí mismo firma la orden correspondiente complaciendo la respetuosa solicitud.

Otro día, después del desayuno, el presidente sale de Nacozari rumbo a Pilares. La comitiva pasa por un lado de la concentradora. Después del primer corte en el camino, sigue un pequeño tramo de camino y llega al segundo corte, allí se desvía a la izquierda pasa el vado de el río sube a una pequeña mesa y comienza a subir bordeando las estribaciones del cerro de la concentradora; vira a la derecha tumbo al sur cruza la por la cortina de la presa (el represito). Sigue subiendo, y a los treinta minutos de recorrido, después de vencer la altura del camino, llega a Pilares de Nacozari.

La gente lo esperaba alrededor de la plaza, pero se dirige a la Cooperativa Jesús García en donde lo espera el personal de esa cooperativa que la visita y posteriormente dos guapas damitas, Celia Figueroa y una hermana de Cuquita Acosta lo conducen por los escalones hasta el kiosco de la plaza en donde el presidente pronuncia un corto pero sustancioso discurso.

Posteriormente visita el patio de la mina y despueblan en una comida con veteranos del Batallón Pilares y algunos notables del lugar. Allí saluda a su viejo amigo Bernardino Mesa. Tiempo después, el gentío despide al presidente que se pierde en la lejanía.


Acerca del autor:

Gustavo Adolfo Figueroa Martínez (originario de Nacozari de García, Sonora). Se tituló como profesor de educación primaria en la Escuela Normal del Estado de Sonora y ejerció durante 30 años. Fue socio fundador de la Asociación de Cronistas Sonorenses, A.C., de la cual fue presidente. Fue presidente de la Academia de Historia de la Sociedad Nacional de Geografía y Estadística. Fue Cronista Municipal de La Colorada y autor del libro Pilares y Nacozari. Reseña histórica (2008). Falleció en abril de 2022.


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