Presa El Huacal: reseña histórica
12 de noviembre de 2021
Por Jesús Ernesto Ibarra Quijada
La falta de agua en la región fue una realidad a la que se tuvo que enfrentar la empresa Moctezuma Copper Company al fundar el pueblo de Nacozari en la última década del siglo XIX.
El acceso al agua fue vital para el desarrollo industrial y, aunque era un elemento relativamente abundante, era también un recurso escaso, especialmente en ciertos lugares de la geografía sonorense. En Nacozari, acceder a los recursos hidráulicos fue de suma importancia para procesar debidamente el mineral en la nueva concentradora. El crecimiento en la producción de cobre exigía cada vez mayores cantidades de agua, lo cual presentó un gran desafío y un enorme reto para la empresa.
La necesidad de agua incrementó a partir de la década de 1900. El acelerado crecimiento industrial y demográfico creó una mayor demanda de agua para poder sobrevivir. Las actividades productivas generadas por el auge minero y la expansión progresiva de las actividades de refinería y procesamiento, incrementaron considerablemente la necesidad de buscar métodos que garantizaran el suministro suficiente de agua para la concentradora y para satisfacer las demandas de la población, que al igual que la producción minera, crecía cada día más.
Los pozos que se habían perforado en los márgenes del río Nacozari en la década de 1900 eran ya insuficientes. En vista de la problemática, y de la necesidad de contar con suficientes cantidades del recurso hidráulico, se consideró iniciar la construcción de una presa que permitiera captar y almacenar el agua pluvial de las torrenciales lluvias que se daban en la sierra, especialmente durante el verano.
Después de realizar las evaluaciones y los estudios necesarios, se localizó un lugar ubicado a unos cinco kilómetros al noroeste del poblado en el sitio conocido como el «arroyo del Huacal». Aquel cañón, situado a una altura de casi 170 metros con relación al pueblo y a más de 1,200 metros sobre el nivel del mar, tenía las características idóneas y necesarias para la construcción de una presa moderna. Las condiciones geográficas hacían de aquél lugar el sitio perfecto para la nueva edificación y lograr con ello una amplia capacidad de almacenamiento.
El diseño y la construcción de la obra estuvieron a cargo del ingeniero estadounidense Harry Hawgood. A su llegada a Nacozari, Hawgood tuvo que enfrentarse a muchas limitaciones al iniciar el proyecto, entre ellas, la altitud del terreno. Por una parte, la elevación de aquella zona altamente accidentada dificultaba en buena medida el acceso para transportar los materiales de construcción. El terreno era escabroso y muy difícil de recorrer, y por si esto fuera poco, se sumaron los problemas causados por el conflicto armado de la Revolución mexicana. La lucha armada limitaba en ocasiones el acceso a mano de obra suficiente para la construcción de la obra. Pero aún en medio de la guerra civil causada por la Revolución, el proyecto de construcción siguió su curso. Predominó la necesidad de abastecer de agua a Nacozari a pesar de las calamidades y pérdidas causadas por las incursiones de los revolucionarios en el pueblo. Al igual que años antes cuando la crisis económica de 1907 no impidió la construcción de una majestuosa concentradora, la agitación social causada por los movimientos revolucionarios no limitó tampoco la construcción de la magna obra hidráulica.
Las herramientas y el material de construcción llegaron rápidamente hasta Nacozari por medio del ferrocarril. El cemento fue solicitado a la empresa Southwestern Portland Cement Company de El Paso, Texas, bajo los estándares y las estrictas especificaciones de la Sociedad Estadounidense de Ingenieros Civiles. Un vez que el material llegaba al pueblo, el reto era transportarlo hasta el sitio de la obra. Esta limitación fue enfrentada con medidas viables aunque rudimentarias en cuanto a su método. A criterio del ingeniero constructor, lo más factible era transportar la herramienta y el material cuesta arriba en mulas por las estrechas veredas sobre las faldas de los cerros. Para ventaja de los constructores, la obra se inició durante un periodo relativamente seco y escaso en lluvias, lo que permitió en buena parte transportar el material sin dificultades ni percances.
Para el diseño de la presa, se tomaron en cuenta las altas formaciones rocosas y la estrechez del cañón en el arroyo del Huacal y se optó por un diseño arqueado en la cortina. Las perforaciones para colocar los cimientos se hicieron completamente a mano. Evitaron en su totalidad el uso de explosivos que pudieran fracturar las estructuras rocosas en ambos lados del cañón.
Al concluir el proyecto, la presa contaba con un área superficial de más de 37 hectáreas de agua contenidas mediante una cortina de 30 metros de altura y cimientos de entre 1.5 a 4.5 metros de profundidad en la base y seis metros horizontales a cada lado. La nueva presa aseguraba el almacenamiento de hasta más de 3 millones, 330,000 metros cúbicos de agua pluvial al nivel de la cresta. Años más tarde, el ingeniero Hawgood señaló en sus memorias que si hubiera existido en Nacozari mayor mano de obra con más experiencia en el manejo del concreto, tal vez se hubiera considerado la posibilidad de incrementar la capacidad de tensión en el muro.
El reto no había terminado. La siguiente etapa era asegurar la conducción segura del agua hasta la concentradora. Para tales efectos, se instaló una tubería de acero con una longitud de más de cuatro kilómetros y medio que fue expresamente traída desde Los Ángeles, California, generando un costo de más de 25,000 dólares de aquella época. Al concluir en su totalidad el magno proyecto hidráulico, la Moctezuma Copper Company había realizado una inversión total de más de 114,000 dólares, según se describe en los análisis y el informe presentados por el ingeniero constructor a la Sociedad Estadounidense de Ingenieros Civiles en mayo de 1914.
Al iniciar las operaciones en la nueva presa a la que llamaron «El Huacal», los pozos que se habían perforado a lo márgenes del río Nacozari quedaron fuera de servicio, aunque nunca dejaron de operar en su totalidad, pues las perforaciones y el equipo de bombeo se reservaron para casos de contingencia ante la falta de una suficiente captación en la presa.
El proyecto hidráulico iniciado en 1911 trajo consigo varios beneficios. Por una parte, la presa garantizaba un constante suministro de agua para las operaciones de la concentradora, así como el abasto suficiente para la población y, por otro lado, la inversión representaba un ahorro económico a mediano y largo plazo, pues el anterior sistema de bombeo en los pozos generaba, en aquella época, un costo anual aproximado de 12,500 dólares.
La nueva presa logró garantizar agua suficiente por años, facilitando una operación sostenida en los trabajos de la concentradora, y a la fecha, El Huacal sigue siendo una de las principales fuentes de abastecimiento de agua potable para la población.
Acerca del autor:
Jesús Ernesto Ibarra Quijada es originario de Nacozari de García, Sonora. Se tituló como licenciado en Ciencias Políticas con énfasis en Historia y Políticas Públicas en la Universidad de Arizona. Cursó la maestría en Traducción Especializada, Jurídica-Económica. Es socio fundador de la asociación Historia de Nacozari de García, A.C. y miembro de la Sociedad Sonorense de Historia. Ha colaborado desde hace más de una década con distintas instituciones locales y nacionales en el rescate, promoción y difusión de la historia de Nacozari de García. Es autor del libro Nacozari de García, Tres siglos de historia y minería (2016).
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