La tragedia de los engasados en Pilares de Nacozari

9 de mayo de 2022

Por Gustavo Adolfo Figueroa Martínez

Era el año de 1945. Todo transcurría con normalidad. Los obreros, oficinistas y comerciantes estaban trabajando. Se comentaba, según las noticias, que la guerra en Europa terminaría pronto porque Alemania estaba invadida por los Aliados.

En Pilares de Nacozari era la rutina de siempre. Ese día, 23 de abril de 1945, también se comentaba la boda del día anterior. El turno de mineros había entrado a la mina a las siete de la mañana. Cada mayordomo de nivel con su gente reportaba al nivel correspondiente sus trabajadores y a qué área se repartían, entregando las fichas de cada mineros.

A las once de la mañana llegó la hora de la comida que coincidía con la hora del recreo, y los niños arrancaban a recoger «loncheras» que las madres de familia mandaban a sus esposos. Unos llevaban de a dos loncheras; las entregaban al «jaulero» que las acomodaba por nivel y las introducía a la mina. A eso de la una de la tarde, un minero se dio cuenta de que la mina tenía gas. Se dio la alarma, la sirena daba los seis pitazos cortos indicando emergencia en la mina. Por teléfono se avisó a cada nivel que salieran los mineros. A los niveles del 18 y 19 para abajo no les había llegado el gas. De los otros niveles salieron pero no todos.

Brigadas de voluntarios bajaban a sacar engasados. A los que podían caminar los llevaban al hospital y los que no, los tendían medio inconscientes en el patio de la mina para reanimarlos. Los voluntarios que bajaban ya sabían a dónde dirigirse. Se tenía un control del lugar en que trabajaba cada minero. En donde miraban una luz en el suelo era un minero caído; lo recogían y lo llevaban al elevador. La única protección que llevaban los voluntarios era pañuelos con amoníaco para que los reanimara.

Fue una labor titánica de los voluntarios que salvaron tantas vidas. A la gente que se arremolinaba por fuera del patio le informaban en donde estaban sus familiares para que tuvieran calma. Desafortunadamente dos mineros que trabajaban en un contra pozo cuando se sintió el gas, trataron de salir y no lo lograron. Dioniso Esquivel Flores, casado con Margarita Ortega, logró llegar a las escaleras, y su compañero, Francisco Córdoba Pacheco, de 22 años, fue encontrado en la oficina del «rayador».

La tragedia pudo haber sido peor, pero la rápida decisión de los mineros voluntarios arriesgando su vida para sacar a sus compañeros, fue lo que hizo menos penoso este suceso. De cualquier forma fue un día triste en la vida de Pilares de Nacozari.

¿De dónde provino el monóxido de carbono que invadió la mina?

El monóxido de carbono se originó en un tiro viejo en la mina La Esperanza, llamado Guadalupe. Se incendió la madera, y al consumir el oxígeno, inició una combustión lenta que generó mucho monóxido de carbono (gas más pesado que el aire) y descendió por un túnel a la mina de Pilares.

Bien protegidos, obreros de Pilares sellaron el túnel bien encementado. Los ventiladores y extractores de la mina estuvieron a toda su capacidad. Los compresores inyectaron aire al interior de la mina hasta que el Departamento de Seguridad comprobó que la mina estaba libre de gas y todo volvió a la normalidad.

Fotografía de portada: Equipo de ventilación en el túnel de La Esperanza (1928) | Colección Phelps Dodge


Acerca del autor: 

Gustavo Adolfo Figueroa Martínez (originario de Nacozari de García, Sonora). Se tituló como profesor de educación primaria en la Escuela Normal del Estado de Sonora y ejerció durante 30 años. Fue socio fundador de la Asociación de Cronistas Sonorenses, A.C., de la cual fue presidente. Fue presidente de la Academia de Historia de la Sociedad Nacional de Geografía y Estadística. Fue cronista municipal de La Colorada y autor del libro Pilares y Nacozari. Reseña histórica (2008). Falleció en abril de 2022.


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