La historia del militar que se hizo pasar por sacerdote en Nacozari
22 de febrero de 2024
Fue por minerales y pueblos bautizando, casando, diciendo misas y responsos, siendo agasajado espléndidamente por las gentes ávidas de las ceremonias religiosas a que estaban acostumbradas.
El 18 de marzo de 1919 fue trasladado a la ciudad de Nogales, Sonora, de donde fue remitido a la capital del estado, el mayor carrancista Arturo Pliego, quien fue aprehendido una semana antes en el mineral de Nacozari de García por orden del gobernador Plutarco Elías Calles.
Pliego andaba de pueblo en pueblo haciéndose pasar por sacerdote católico. Visitó regiones en las que no había desde hace varios años un sacerdote del culto católico y su gira fue por demás productiva, pues por donde quiera se le recibió con entusiasmo por quienes sentían la necesidad de un cura que dijese misas, bautizara y casara.
En el estado de Sonora, debido a la enérgica actitud de intransigencia del gobernador Calles, apenas había un que otro sacerdote anciano y enfermo, que no practicaba los actos religiosos y que se limitaba a vivir tranquilamente en su curato.
De esta circunstancia se aprovechó el jefe carrancista, quien resolvió dejar las armas revolucionarias para transformarse en clérigo. Se hizo, no se sabe dónde, de un traje talar y de todo cuanto había menester y se fue a recorrer los pueblos de la región minera, seguro de que iba a hacer un brillante negocio.
Casó, bautizó y dijo misas
El primer punto que visitó fue el mineral de Cananea, en donde, en menos de dos semanas, según se supo de muy buena fuente, bautizó a más de 400 niños y casó a 40 parejas. Dijo misas, rezó responsos, confesó a beatas viejas y jóvenes y echó la bendición a todos los que se la pedían; por supuesto que por todo ello cobraba, pues consideraban que era justo que se le pagara por su trabajo. Después se encaminó por minerales y ranchos, y en todos los puntos a los que llegaba, decía misas, organizaba funciones religiosas, bautizaba, casaba, etc. Al parecer ejerció la profesión durante tres meses.
Las cantidades que ingresaban a su bolsillo eran grandes y el negocio productivo. Todo el dinero que ganaba era ganancia completa, pues no pagaba hoteles, ni alojamiento, ni comida, ni transportes. Todo eso salía de la bolsa de los fieles.
Fue descubierto y denunciado
Pero sucedió que por fin volvieron a Sonora varios sacerdotes que por un tiempo estuvieron refugiados en Arizona y uno de ellos llegó hasta los terrenos por donde andaba ejerciendo el falso sacerdote, el cual fue descubierto como lo que era: un impostor. El caso llegó a conocimiento de Calles y este ordenó que el mayor carrancista fuera aprehendido.
Hubo una gran indignación en Cananea, Nacozari y demás puntos donde se creyó que el mayor Pliego era efectivamente un sacerdote y que estaba plenamente autorizado para decir misas y sancionar al lazo del matrimonio y rociar con las aguas lustrales del bautizo a los nuevos cristianos.
Desde luego se declaró la nulidad de todos los casamientos y bautizos que hizo el falso sacerdote. Los fieles quedaron a la espera de que un verdadero sacerdote fuera a confirmar los actos del impostor para evitar mayores dificultades.
Publicado en el periódico La Prensa el 21 de marzo de 1919
Año VI, Número 1503
San Antonio, Texas
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