El avionazo que sorprendió a los nacozarenses en 1946

11 de mayo de 2022

Por Gustavo Adolfo Figueroa Martínez

La tranquilidad de Nacozari de García solo era interrumpida por el estruendo que hacían las góndolas del tren procedente del Porvenir cuando descargaban el metal de la mina de Pilares en la concentradora y el rítmico tachún tachún de los enormes motores de la casa de fuerza.

El día martes 15 de octubre de 1946, después de mediodía apareció de pronto por el norte del poblado un avión de doble ala que comenzó a virar lentamente hacia la izquierda. El motor fallaba provocando falsas explosiones, síntoma de falta de combustible. Terminó el viraje descendiendo rápidamente y se perdió por un lado de la casa de fuerza y se estrelló.

La gente corrió al lugar. El doctor Daniel Zapiain en su auto se dirigió por el camino de la lechería; pasó el crucero de la vía y por el arroyo llegó hasta donde le fue posible; rescató al herido y lo trasladó al hospital de la compañía (The Moctezuma Copper Company). El otro acompañante estaba muerto. Hubo versiones vox populi que decían que no pudo bajar en el campo de beisbol porque andaban unos burros; otra, que en la colonia Americana andaba la chamacada jugando. La realidad fue otra.

En un cuarto del hospital donde estaba recluido se presentaron el Sr. Leobigildo Reyes, presidente municipal; José B. Amaya, síndico procurador en funciones del ministerio público; el Sr. Roderico Soto y el Sr. Rollins en calidad de testigos e intérpretes. El convaleciente dijo llamarse Worth W. Hunt de 31 años de edad, recientemente dado de baja de la Marina de Estados Unidos, domiciliado en Phoenix, Arizona, acompañado de Curtis A. Meece de 18 años.

En su declaración señaló:

«Salí de Phoenix en vuelo de práctica como a las 10:00 de la mañana. Hice escala en el aeropuerto Gilpin de Tucson, en donde nos proveímos de gasolina y continuamos nuestro vuelo, habiéndonos extraviado. Nos encontramos volando sobre Nacozari, Sonora, México, sin saber en dónde estábamos. La gasolina estaba agotándosenos; era necesario encontrar un lugar apropiado para aterrizar. Entre tanto, el avión estaba perdiendo altura y velocidad. Al intentar volver hacia el río para aterrizar en su cauce seco, el motor dejó de funcionar y el avión se desplomó yéndose a pique, resultando muerto Meece y yo lesionado. Hago constar que el avión es de los sobrante del Ejército de los Estados Unidos de América, marca Stearman, modelo PT-13, y que habíamos estado volando aproximadamente dos horas desde que salimos de Tucson. Respetuosamente pido a las autoridades que se me permita salir a reunirme con mi familia en Estados Unidos para seguir curándome».

El piloto casi lograba su objetivo, pero rozó un cordón que lo desvió y lo estrelló contra un huérigo, a un lado de la milpa de Romo. Los restos del avión fueron embarcaron en una plataforma del ferrocarril y se los llevaron a Estados Unidos.

De niños, cuando pasábamos por el lugar, arrojábamos una piedra y ya había un montón considerable; la creencia era que de no hacerlo, te sucedería algo en tu día de vagancia. La modernidad y necesidad de materiales acabó con el sitio; el arroyo fue cribado para obtener graba y arrasó con todo.


Acerca del autor: 

Gustavo Adolfo Figueroa Martínez (originario de Nacozari de García, Sonora). Se tituló como profesor de educación primaria en la Escuela Normal del Estado de Sonora y ejerció durante 30 años. Fue socio fundador de la Asociación de Cronistas Sonorenses, A.C., de la cual fue presidente. Fue presidente de la Academia de Historia de la Sociedad Nacional de Geografía y Estadística. Fue cronista municipal de La Colorada y autor del libro Pilares y Nacozari. Reseña histórica (2008). Falleció en abril de 2022.


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