Antigua estación del ferrocarril: reseña histórica
12 de noviembre de 2021
Por Jesús Ernesto Ibarra Quijada
La antigua estación del ferrocarril, a espaldas del palacio municipal, es el edificio de mayor antigüedad en la zona centro de Nacozari de García. El edificio fue construido en 1904 con un diseño sencillo a base de piedra con techos de madera y lámina. El también llamado depot fue instalado para recibir al ferrocarril que se construía desde Douglas, Arizona y que llegó a Nacozari en mayo de 1904.
En enero de 1904, la revista estadounidense The Official Guide of the Railways anunció en Nueva York que el ferrocarril de Nacozari quedaría concluido y listo para entrar en operaciones a partir del 1.º de abril de 1904, pero sería hasta casi dos meses más tarde cuando se registrara en la historia la llegada de la primera locomotora desde la frontera hasta el corazón de Nacozari. Los periódicos nacionales de la época anunciaron la histórica noticia: el jueves 26 de mayo de 1904 llegó hasta el corazón de Nacozari el tendido de vías, concluyendo así el proyecto ferroviario de 123.3 kilómetros desde EE. UU. a Nacozari, Sonora. El material rodante, las góndolas de carga y los vagones de pasajeros llegarían poco después.
El 10 de julio de ese año inició operaciones el tren de pasajeros en vagones de primera y segunda clase. El nuevo medio de comunicación permitió el traslado de mineral, materiales y suministros, beneficiando también a la población mediante el transporte público, el comercio regional y la agilidad en el servicio postal. Con el inicio de las operaciones ferroviarias iniciaba en Nacozari un nuevo capítulo en su historia.
Muchas décadas después de haberse instalado el ferrocarril, uno de los acontecimientos diarios de mayor atracción para los pobladores era la llegada del tren. El arribo del tren de pasajeros a la estación llegó a ser todo un evento social que lograba romper la rutina de las actividades monótonas del poblado. El depot era un punto de reunión para los nacozarenses que emocionados observaban el arribo de los trenes. En cuanto se escuchaba a lo lejos el silbato de la locomotora, la gente acudía con alboroto a la estación para presenciar la llegada del tren y recibir a los visitantes.
Era tanta la atracción y devoción que el pueblo mostraba a las actividades ferroviarias que, en un aniversario de la Independencia de México, en pleno 16 de septiembre aconteció uno de los momentos más chuscos de los que se tiene memoria. En la parte más emotiva del discurso de uno de los principales oradores ese día, se escuchó a lo lejos el silbato del tren que estaba por arribar a la estación. Súbitamente, los asistentes al evento perdieron el interés y fervor patrio y salieron en desbandada hacia la estación, dejando solo al orador.
En su libro, Jesús García, El héroe de Nacozari, Cuauhtémoc L. Terán relata así aquel alboroto:
«El orador, un respetable señor que siempre se había distinguido por su entusiasmo y espíritu cívico, no tuvo más desquite que interrumpir su arenga y aprovechando el clímax de elocuencia en que se encontraba, lanzó un sonoro ‘pueblo trenero hijo…’ dando por terminado el acto oficial».
El ferrocarril definió no solamente la modernidad industrial y la esencia de los típicos «pueblos americanos» con influencia estadounidense, sino que transformó el modo de vida de la población. Fuera de la actividad minera, la vida diaria giraba en torno a la estación del ferrocarril y la llegada de los trenes al pueblo, convirtiéndose así en un centro de atención obligado para los nacozarenses. Al pueblo de Nacozari de García se le adjudicó, con justa razón el calificativo de «pueblo trenero».
El 28 de abril de 1999, Ferrocarriles Nacionales de México, mediante la Unidad de Desincorporación de Activos, firmó con el Ayuntamiento de Nacozari de García un contrato de comodato mediante el cual se otorgaba al municipio para su uso y goce gratuito la antigua estación del ferrocarril que tendría fines artísticos y culturales. Según el contrato respectivo, la estación y su bodega se habilitarían como una casa de la cultura con áreas verdes, mientras que el derecho de vía se destinaría para vialidad y pista de atletismo en beneficio de la población.
En noviembre del 2000, en vísperas del XCIII aniversario de la muerte del joven ferrocarrilero Jesús García Corona, la Dirección General de Ferrocarriles Nacionales de México autorizó la donación definitiva de las vías del ferrocarril al municipio de Nacozari de García. De esta forma, la dependencia federal se deslindaba totalmente de toda obligación en materia de explotación y administración del ferrocarril. Fue así como después de 96 años desde su construcción, el ferrocarril de Nacozari y la estación pasaban a formar parte de los bienes y patrimonio del municipio. Con esta medida, el ferrocarril que había llegado al pueblo en 1904, pasaba, después de casi cien años, a formar parte del patrimonio de los nacozarenses.
Los gruesos muros de piedra de la antigua estación del ferrocarril, construida a principios del siglo XX, permanecen como testigos silenciosos de las transiciones de administración y los cambios al sistema ferroviario; desde su fundación y administración extranjera, pasando por manos del gobierno mexicano hasta su entrega definitiva al pueblo de Nacozari.
A la fecha, la antigua estación del ferrocarril está catalogada como inmueble de valor cultural por la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (Clave de ficha: I-0012600853).
Acerca del autor:
Jesús Ernesto Ibarra Quijada es originario de Nacozari de García, Sonora. Se tituló como licenciado en Ciencias Políticas con énfasis en Historia y Políticas Públicas en la Universidad de Arizona. Cursó la maestría en Traducción Especializada, Jurídica-Económica. Es socio fundador de la asociación Historia de Nacozari de García, A.C. y miembro de la Sociedad Sonorense de Historia. Ha colaborado desde hace más de una década con distintas instituciones locales y nacionales en el rescate, promoción y difusión de la historia de Nacozari de García. Es autor del libro Nacozari de García, Tres siglos de historia y minería (2016).
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